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“La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el alma. El que blanda la hoja, blandirá también una maldición”

El misterioso Profeta, volando en forma de cuervo, llega a los cuarteles generales de la Alianza en la Ciudad Capital de Lordaeron, donde el Rey Terenas y los embajadores de la Alianza discuten acerca de los recientes levantamientos orcos y la aparición de una extraña plaga en las tierras del norte. Allí, advierte sobre el peligro de la inminente invasión demoníaca y urge a la Alianza de viajar hacia el oeste, a Kalimdor, pero Terenas y el Concejo de la Alianza desacuerdan con él. Desilusionado, el Profeta parte en busca de algún otro que escuche la advertencia para salvar a la humanidad.

Varios días después, el Príncipe Arthas, hijo de Terenas y su heredero al trono de Lordaeron, llega cerca del sureño poblado de Strahnbrad, enviado para ayudar al legendario Uther el Portador de la Luz, su maestro, a prevenir el asalto de los Orcos del clan Blackrock sobre Strahnbrad. Luego de lidiar con los orcos en la villa, Arthas se entera de que estos han capturado algunos pobladores y los han ejecutado en una especie de ritual demoníaco.

Treinta minutos después, en la base de Uther, Arthas descubre que los negociadores de Uther han sido asesinados por los orcos, por lo que Uther lo asigna para dirigir el ataque sobre el campamento enemigo, mientras Uther contiene los contraataques. En su camino hacia la base orca, Arthas se encuentra con una banda de enanos dirigida por Feranor Steeltoe, una cazador de Dragones Negros, quien se encuentra tras la pista de un Draco llamado Searinox que habita cerca del área. El corazón de la bestia posee un encanto mágico que puede beneficiar a su armamento. Arthas decide matar al dragón y robar su corazón, con el cual Feranor elabora un poderoso orbe de fuego que mágicamente coloca en el martillo del paladín. Esta vez, Arthas lanza sus fuerzas contra el campamento Blackrock. Conforme Arthas se aproxima a la base, el Blademaster del clan Blackrock ejecuta a sus rehenes con el propósito de conjurar a sus amos demonios. Las fuerzas de la Alianza rápidamente se deshacen de los orcos, pero Arthas y Uther se encuentran profundamente preocupados por la ceremonia. Deciden regresar a la Ciudad Capital.

Dos semanas después, en los jardines de violetas en Dalaran, el gran Archimago Antonidas intercambia argumentos con el Profeta. Al igual que el rey Terenas, Antonidas rechaza las advertencias del Profeta, pues no cree la historia de este. Luego de que el Profeta desaparece en su forma de cuervo, Jaina Proudmoore aparece y se disculpa por espiar a su maestro y le advierte que ella percivió magia poderosa en el profeta pero aun así su mentor sigue sin creer las palabras del misterioso individuo. Antonidas asigna a Jaina investigar acerca de la fuente de la plaga de las tierras del norte de Lordaeron, y le dice que le ha conseguido un aliado especial.

Tres días después, Arthas y sus hombres esperan en el cruzo de caminos de Alterac. Jaina aparece y lucha con un par de orcos mediante la invocación de un elemental de agua. Después de intercambiar saludos, ambos héroes acuerdan viajar hacia el norte a lo largo del Camino del Rey, buscando pistas del origen de la plaga. Llegan a la villa de Brill, donde son informados de la destrucción del puente que comunica con el otro lado del pueblo. Dando un rodeo por los vados del río, al norte, se enfrentan con algunos Murlocs de río y una banda de ladrones Bloodhills, y se dirigen hacia una fuente mística al oeste. Al acercarse a Brill, encuentran a algunos soldados luchando contra bandas de esqueletos vivientes. La villa entera ha enloquecido. Siguiendo hacia el sur, encuentran un granero infectado con la plaga, bajo el cual la tierra se ha ennegrecido y secado, como si estuviera muerta. Temiendo que el grano esté infectado, destruyen el granero y se adentran más en el pueblo, solamente para enfrentarse nuevamente con otros grupos de esqueletos. Ayudados por un par de sacerdotes Altos Elfos y un equipo mortero enano, se aproximan hasta el centro de Brill, donde se hallan con un extraño hechicero vestido de negro, ayudado por algunos acólitos, que se encuentran cerca de un almacén de granos infectado. Mientras el nigromante escapa, Arthas y Jaina se enfrentan a los voraces necrófagos, más guerreros esqueletos y una abominación. Vencidos y destruido el granero, Arthas y Jaina deciden seguir al hechicero hacia Andorhal y averiguar, de una vez por todas, el origen de la plaga.

Al aproximarse a Andorhal, al día siguiente, las tropas de Alianza descubren un campamento de muertos vivientes en las afueras de la ciudad, por lo que montan asedio al mismo. Una vez dentro de Andorhal, Arthas se encuentra nuevamente con el nigromante, que no es otro que Kel’thuzad, quien advierte a los jóvenes acerca del Azote y del Señor del Terror, Mal’Ganis, comandante del mismo, cuyo propósito es erradicar a todos los seres vivos de Lordaeron. Mal’Ganis tiene su base en la ciudad de Stratholme, y ha retado a Arthas a buscarlo y luchar con él. El grano plagado ha sido distribuido entre los pueblos del norte de Lordaeron. Siguiendo a Kel’thuzad hacia el exterior de la ciudad, Arthas finalmente logra matar a Kel’thuzad, quien sombríamente anuncia que su muerte no cambiaría nada. Profundamente turbados, Arthas y Jaina se dirigen a Stratholme.

Temprano la mañana siguiente, se aproximana a la villa de Hearthglen, sobre el camino a Stratholme. Allí se enteran de que la marcha del Azote ha iniciado, y un vasto ejército de muertos vivientes se dirige a la ciudad. Arthas pide a Jaina que busque a Lord Uther mientras el defiende Hearthglen. Casi de inmedianto, enormes masas de muertos vivientes, necrófagos, zombis, abominaciones, nigromantes, dirigidos por escalofriantes liches esqueléticos aparecen para enfrentarles. Para empeorar las cosas, una caravana del Azote, transportando grano con la plaga, ataca las diversas villas cercanas, aumentando las filas del ejército de muertos con cada golpe.

Después de brutales combates donde el poder de la Luz logra sostener la voluntad y fuerzas de las tropas de Arthas, Uther y Jaina llegan a Hearthglen, y con ellos, los Caballeros de la Orden de la Mano de Plata. Vencido el ejército de los malditos, Uther felicita a Arthas por su tenaz resistencia, pero el príncipe se encuentra encolerizado por los actos del Azote, y parte hacia Stratholme para enfrentarse a Mal’Ganis. Uther y Jaina parten tras el héroe, en parte para lidiar con el Azote, pero también para vigilar al rápidamente deteriorado paladín.

Horas después, sobre el camino a Stratholme, Arthas se topa con el Profeta, quien le implora que es su deber guiar a su pueblo hacia Kalimdor, ya que Lordaeron no puede ser salvado. Arthas acusa de locura al Profeta, y éste finalmente se va. Jaina, quien ha observado la escena desde la invisibilidad, se materializa y trata de convercer a Arthas acerca de la sensatez de las palabras del Profeta, pero Arthas se niega a abandonar su patria, y ambos parten hacia Stratholme.

A la mañana siguiente, en las afueras de la ciudad, bajo un oscuro cielo lluvioso, Arthas descubre que los habitantes de Stratholme ya se encuentran infectados por la plaga, y decide que la ciudad entera debe ser purgada. Uther y Jaina se horrorizan ante la sola idea de la masacre, y el noble paladin se niega a realizar tan vil acción. Furioso, Arthas acusa a Uther de traidor y le suspende de sus servicios como paladín. Jaina decide darle la espalda y partir con Uther, pues no puede observar a Arthas realizar la matanza. Mientras Arthas se prepara para ingresar a la ciudad, Mal’Ganis aparece y reta a Arthas, mientras transforma a los inocentes pobladores en muertos vivientes, engrosando cada vez más su ejército. Entre las horribles garras del demonio y la cólera del príncipe, los pobres ciudadanos de Stratholme hayan una muerte segura. Finalmente, ambos rivales se encuentran cara a cara, pero Mal’Ganis, lejos de enfrentarlo, lo reta a seguirlo a las heladas tierras de Northrend, donde hallará su verdadero destino. El Señor del Terror desaparece y Arthas jura perseguirlo hasta el fin del mundo.

Tres días después, entre las ruinas de Stratholme, Uther y Jaina descubren la horrible carnicería. Casi la totalidad de la población ha sido asesinada, y la ciudad arde en llamas. Uther demanda a Jaina el paradero de Arthas, y ella, luego de pensarlo un poco, revela los planes del Príncipe. Uther parte hacia Lordaeron a informar a Terenas de los actos de su hijo. Una vez que Jaina queda sola, el Profeta aparece nuevamente. Es a ella la que corresponde, ahora, tomar la vara de la esperanza para toda la humanidad y viajar hacia Kalimdor, donde podrá resistir el ataque de la Sombra que cae sobre el mundo.

Un mes después, en la helada costa de la Bahía Daggercap, en Northrend, las fuerzas de Arthas desembarcan sobre el frío continente. El príncipe ordena la movilización hacia el interior para establecer una base antes de iniciar la caza de Mal’Ganis.

Abriéndose camino entre los territorios de los trolls Gundrak de hielo, Arthas se encuentra con un grupo de enanos, la Hermandad de Exploradores de Ironforge, dirigida por su viejo amigo y maestro Muradin Bronzebearb. Artrapados en Northrend, el avance de las fuerzas del Azote ha dividido al grupo, por lo que Muradin acuerda con Arthas el rescate de sus camaradas, mientras el valiente enano el asistirá en el combate contra el Señor del Terror.

Las fuerzas de Arthas y Muradin combaten contra las bases del Azote y rescatan a los enanos. Aunque no encuentran rastro de Mal’Ganis, las tropas de la Alianza deciden establecer su base primaria en la zona. Muradin explica a su amigo Arthas que los enanos se encuentran en Northrend tras la pista de una legendaria espada conocida como Frostmourne, pero mientras más se acercaban a la gruta donde se oculta la espada, más muertos vivientes les salen al paso. Intrigado por la misteriosa arma, Arthas decide ayudar a Muradin en la búsqueda de Frostmourne.

Unos pocos días después, mientras Arthas y Muradin se hallan en una misión de exploración, un emisario del Rey Terenas informa al capitán del campamento acerca de que el rey Terenas, a instancias a Lord Uther, ha decidido suspender la expedición. La flota tiene orden de regresar a Lordaeron. Sin embargo, los ejércitos de los muertos vivientes han tomado todos los caminos de regreso a la costa, por lo que las tropas, jubilosas por volvera a casa, tendrán que abrirse paso entre los bosques para llegar a sus barcos.

Enterado de la intromisión de Uther en sus planes, Arthas decide hundir los barcos antes de que sus hombres puedan hacerse a la mar. Aunque Muradin se sorprende de la pobre capacidad de juicio del príncipe, decide ayudar a su amigo en el sabotaje de las naves. Ayudados por un grupo de mercenarios trolls y ogros (contratado forzosamente contra el gusto del propio Arthas), se abren paso entre las tropas de los muertos vivientes y algunos puestos de guerra nerubians, para finalmente llegar a la costa y quemar los barcos de la Alianza. En ese momento, los hombres de Arthas llegan, pero el príncipe, aprovechando la situación, culpa a los mercenarios y ordena a sus hombres asesinarlos. Los mercenarios tienen un sangriento final, y Arthas ordena a sus hombres regresar a sus puestos: ninguno regresará a casa hasta que la misión esté completa.

Al día siguiente, Muradin reprocha a Arthas sus engaños y actitudes poco honorables, pero el príncipe justifica sus actos de venganza en la destrucción provocada por el Azote en Lordaeron. En ese momento, Mal’Ganis reaparece y reta a Arthas nuevamente. Las fuerzas del Azote han rodeado completamente el campamento y se preparan para atacar. Como un último esfuerzo, Arthas y Muradin se lanzan en búsqueda de Frostmourne, la única esperanza contra el poder de Mal’Ganis.

Mientras el Capitán defiende la base, Arthas y Muradin penetran en la oscuridad de la cueva. Luego de algunas vicisitudes, finalmente llegan a la Cámara de la Espada, donde un Guardián, un Revenante de hielo, protege la entrada. El Revenante advierte de la peligrosidad del arma, pero Arthas ignora la advertencia y destruye al Revenante. Con su último aliento, el Revenante le dice que lo estaba protegiendo a él de la espada.

Dentro de la Cámara, Arthas y Muradin hallan a Frostmourne, la cual flota en un bloque de hielo. El pedestal de la espada reza una antigua maldición: “La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el espíritu”. A pesar de que Muradin trata de convencerlo de volver y dejar la espada, Arthas siente que no tiene elección. Invocando a los oscuros espíritus de la Cámara, rompe el bloque de hielo y libera a Frostmourne, lo cual que cuesta la vida a Muradin, atravesado por una estalactita durante la explosión. Arthas tira el martillo de la luz y toma la espada. Su destino se ha sellado finalmente.

Devuelta en el campamento, la situación es desesperada. Las fuerzas de los muertos vivientes casi han derrotado al Capitán y sus tropas, pero la llegada de Arthas con Frostmourne vuelca totalmente la situación. Las fuerzas de Arthas dejan una estela de destrucción a su paso hacia la Fortaleza de Draktharon. Destruida la última base de resistencia de Mal’Ganis, el Señor del Terror emerge y se encara con Arthas por última vez.

Mal’Ganis nota que Arthas tiene a Frostmourne a expensas de las vidas de sus camaradas. La voz del Rey Lich habla a su cabeza, y para sorpresa del Señor del Terror, el esclavizado Arthas lanza un golpe fatal sobre Mal’Ganis. Su venganza está consumada.

Atormentado por la enloquecedora voz de Ner’zhul, Arthas vaga por los helados parajes de Northrend, perdiendo los últimos vestigios de su cordura. Tiempo después, bajo la dirección de su nuevo amo, el Rey Lich, Arthas vuelve a la ciudad capítal de Lordaeron. Aunque los ciudadanos celebran el regreso de su héroe, Arthas penetra en la Cámara del trono, y en un acto vil y terrible, asesina a su propio padre. Ahora, como nuevo rey de Lordaeron, Arthas entrega su reino al Azote, y la caída final de la Alianza ha empezado.

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